The beatles

The beatles

Cuéntame sobre la historia...

Alice vive en el país de las maravillas, sí, justamente en aquel donde ocurren cosas increíbles. ¿Qué fue lo entretenido de vivir en los 60's? ¿Fue el Rock & Roll, o el LSD? Esta es la pregunta que se realiza la protagonista, y que pretende hacernos conocer. Una chica Neoyorquina, algo problemática, tiene suerte, mucha suerte. Estuvo en el bar indicado, con las personas indicadas. Y esa misma noche conoce a quien no dejará de conocer jamás, un revolucionario enjaulado, Lennon. ¿El sarcasmo de Lennon y el ácido de Alice lograrán mezclarse algún día? Preguntemos a Sadie.

martes, 25 de febrero de 2014

Capitulo 8 - *Got To Get You Into My Life*

Hola a todos! me demoro un poquito en subir, bueno, bastante poquito. Estoy como que escribo, termino capitulo y subo, ¿estará mal? jajaja me emociona subir <3 solo por ustedes, gracias por leer mi fic y sus comentarios que siempre me alegran <3 las quiero a todas :3 

Y el saludín especial de hoy es para el mismísimo George Harrison. Hoy día hace setenta y un años nació un héroe de la música, quién junto a sus compañeros cambió la historia de esta y le dio un nuevo rumbo a las siguientes generaciones. Te recordaremos por siempre Harrison <3 Eres leyenda George! 



PD: Cabe mencionar también que eres uno de los hombres más guapos que ha posado sus pies sobre esta tierra. Es cosa de ver esta foto.

Ahora sí, sin más preámbulo, el capitulo. xd


8




La chica rubia, quién lucía pobremente un look inspirado en mi hermosa y afrodisíaca musa Brigitte Bardot, seguía sonriéndome como inepta, ya llevaba más de una hora con ella. Demasiado agotador para mí.
 
-No puedo creer que esté con John Lennon. – Dijo abriendo su boca en una sonrisa plástica y desaliñada.
Mi cara se deformó. Eso me había asustado, es decir, estaba acostumbrado a escuchar eso, pero ella era…rara.
Miré a mí alrededor tratando de distraer la vista, había millones de chicas con las que podría estar en este mismo momento.
No, esperen, ¿Por qué mierda pensaba en Sadie ahora? Cuando tengo a una chica hermosa…casi hermosa a mi lado.

-Ahm, chica…uhm, ¿Sophie? – Pregunté, ni siquiera recuerdo su nombre, Sadie está demasiado metida en mi cabeza como para pensar en esta chica.

Sadie…Sadie, Sexy Sadie. No sé qué tendrá que llama tanto mi atención, tan fría, oscura, provocadora que no puedo evitar que mi mente se llene de suciedad cuando estoy con ella. Tan prohibida.

-Soy Sephora. – Respondió la rubia como si fuera lo más obvio del mundo.

-Claro, Sephora, era una broma. – Ella sonrió encantada ante mi “broma”. Rodé los ojos. – ¿Me esperas? Iré por un trago. – Me levanté sin ni siquiera esperar a su respuesta.
Necesitaba un respiro.

A lo lejos divisé a los demás, estaba George hablando alegremente con la chica periodista, Ringo hablando con otra chica. Sólo… no veía ni a Sadie ni a McCartney.

-¿Dónde está Paul?. – Pregunté a Ringo, no quise arruinarle la diversión a Georgie. Los ojos azules se posaron en los míos mientras él se encogía de hombros.

-Ni idea. – Respondió. No quise preguntar por Sadie, era demasiado sospechoso. – Debe estar con Alice. – ¡Eso era lo que quería oír!

Caminé hacia la barra a pedir un trago con paso firme. Saludé a unas cuantas personas que fingieron conocerme, le devolví la mirada a un par de bellas francesas, y pedí un whisky a la vena.

Bebí insistente y sin pausa. El ácido llevaba a mi garganta un ardor delicioso, adormecedor. Ahogué el sentimiento que afloraba en mí sometido en alcohol. ¿Rabia?, qué más da, buscaré alguna otra entretención.

Las personas iban y venían, admirándome y hablando cosas de mí. Intentaban mantener una conversación, o simplemente un autógrafo. Incluso los más exigentes y desvergonzados pedían que cantara un trozo de algún éxito. Patrañas.

-¡John Lennon!- Grito una mujer de edad mediana acompañada de un empaquetado hombre con un bigote ridículo. –Señor Lennon, es todo un honor conocerle- Pronunció emocionada con un inglés mediocre.

-Que tal- Dije sin darle mucha importancia.

-Oh Señor Lennon, usted es la inspiración para nuestros hijos más jóvenes en nuestro hogar, y para mí también debo admitir…-Hizo una pausa para sonrojarse y reír hacia su esposo- Me preguntaba si podría cantar yesterday para mí y mi esposo, así podré contarle a mis hijos que estuve con usted…-

La miré incrédulo un segundo, ¿enserio esto debía ocurrirme a mí?
-Pero claro… ¿podría pedirle a su esposo que la toque mientras lo hago?- La cara de ambos se deformó por completo, horrorizada.-Vaya a hablar con el señor McCartney, la puede ayudar mejor… ahora lárguese de aquí- Dije sonriendo sarcásticamente.



¿Es que acaso hasta en eso el condenado me llevaba ventaja?
Cuando esto no podía ser peor, me encontré con el enemigo en plena función de ataque.
“Maldito McCartney” Sostenía la mano de la hermosa chica misterio, ella alegremente le devolvía el acto. Venían caminando de un pasillo lateral del lugar. “No puedo creer que McCartney lo haya hecho…”

¿Había conseguido a la chica Sadie?... claro mientras yo fui un completo idiota como siempre. Merezco ese golpe bajo en las costillas. Mi mirada y la de ella se cruzaron por un segundo. Mi expresión era molesta, estupefacta.


-0-

-Debo admitir algo…-Dijo George sonriendo a la alegre francesa de aspecto revolucionario.-Me encanta tu acento francés, es muy dulce- La muchacha coqueteó con la vista de vuelta y le sonrió.

-Tu acento también es interesante, no es un acento inglés cualquiera ¿verdad? Suena diferente, lindo, pero diferente-

-Somos de Liverpool chica, somos del norte, nuestro acento es especial- Expresó mi amigo con cierto orgullo en su sonrisa, o galanteo, una de dos.

Aún sostenía la mano de Alice, de textura tan suave. Al parecer nadie lo había notado hasta el momento. Me sentía como un quinceañero dando un primer paso… ¿Qué tenía esta mujer de especial? Muchas cosas.

Al final de la velada George se ofreció en llevar a Beaumont a su hogar. En cierta forma era extraño lo que me ocurría algo era molesto en la forma de actuar de Harrison. Envidia sana supongo. Amelie era una chica muy bella, y yo solía ser el Beatle guapo y galán, era la marca de Paul... De que estoy hablando, la bella Alice me había permitido besar sus labios, y yo accedí a aquello.

  

-0-


Cuando somos pequeños, nos enseñan que todos somos unísonos. Que ante un tal señor -invisible- que se encuentra en los cielos, todos poseímos la misma belleza, y somos partidarios de recibir la misma cantidad de amor y atención. Además sutilmente, agregan que somos perfectos, tal cual llegamos al mundo.

Cuando crecemos, pretenden que hagamos cuenta de absolutamente todo lo contrario... Quieren que entendamos que somos TODOS diferentes, y que la belleza del ser humano está basada en la originalidad de las personas. Nos enseñan que lo "que nos diferencia" de el ser que está al lado nuestro, es lo que nos hace únicos y bellos... Esperen, ¿eso no fue una forma de decir que a todos nos falta algo para ser perfectos?

¿Quien poseía esa belleza realmente, acaso había un patrón o algo?, para mí esa conclusión simplemente es usada para hacerte sentir mejor. Para que empieces a amarte a ti mismo tal cual como eres, sin importar si sigues o no el condenado patrón.

Estamos bastante retorcidos. ¿Por qué en el cine siempre eligen a las mujeres mas bellas?, dime, ¿por qué el cantante de moda adolescente debe ser guapo?. Somos contradictorios con nuestras tontas conclusiones.

La presión de esta sociedad tocaba mi alma en lo profundo convirtiéndome en una especie de cristal vulnerable. ¿Por qué las chicas más delgadas gustaban más, acaso no era suficiente con nacer, eso no me hacia bella, unisona y perfecta?

La constante lucha contra el espejo era agotadora. Traté de evitarlo tantas veces... Juro por dios que trate, pero el condenado patrón me ganó.

Cuando introducía los dedos en mi garganta, el dulce sabor de la satisfacción me saciaba. Una especie de diversión extraña y bastante retorcida, me introducía a un mundo de posibilidades... Un escape fácil y cobarde.

Al terminar mi ritual, inexplicablemente me sentía mejor. Lucía mas cerca de mi meta, por ende a la felicidad. ¿Los delgados y bellos eran felices? Tenia que descubrirlo.
Debía salir del baño ya, los chicos sospecharían algo extraño en mí, no quería preguntas con falsa compasión integrada, porque la verdad, ¿a quien realmente le importaba?

Me detuve por un segundo, limpiando mis manos. Al ver lo que había hecho, la rabia comenzó a consumirme una vez más. Las lagrimas insaciablemente empezaron a brotar de mis cansados ojos, ahogaba el llanto en un movimiento rápido y efectivo. Cada ves más profundo, la daga entraba y salía de mis labios, mientras la sangre llenaba el estanque, contaminándolo con mis malditas inseguridades. Bebí un poco de agua, facilitaría la expulsión.

-Sadie- Unos pasos dentro de la habitación me paralizaron por completo. -¿Alice, donde estás? Ya nos vamos-
Justo cuando calmé mi llanto a medias, John abre la puerta. Encontró a una chica con el alma desnuda, indefensa. Una joven asustada, quien yacía en el suelo apoyada sobre sus rodillas frente al estanque. Una apariencia denigrante, humillante frente al señor Lennon, quien tuvo la suerte de calzar con el susodicho patrón.

Su mirada penetrante se posó sobre mí, lo supe sin mirarlo de frente. Las lagrimas aún caían al suelo desconsoladamente, no me atrevía a mirarlo en esta situación, no de esta forma.
El joven se arrodilló en frente mío. Sin decir ninguna palabra, tomó mis manos y mi cara, limpiándome con un trapo húmedo. No me dignaba a mirarlo aún, parecía que el hecho de que me hubiesen descubierto era realmente la razón por la que lloraba... El hecho de que él lo hiciera.

Cuando levanté la vista el hombre me miraba con una expresión rígida, bastante seria. Mi llanto comenzó a cesar lentamente, mientras él solo me observaba paciente.

-Gracias John, ahora puedes irte... Diles que voy en un segundo- expresé hablando lo más neutral que pude. La expresión y la mirada de John no cambiaban en absoluto.

-Cuando te conocí...- Dijo mirándome fijamente -supe que se trataba de algo así...- carraspeó un poco su garganta -Llevabas unas pastillas para adelgazar en la mano y... Lucías delgada, y parecía que no dormías ni comías bien hace mucho, yacías en esa calle sucia luciendo irreal. Ese fue el momento en donde llamaste mi atención. Tus ojos tristones...- Volví a agachar la mirada -¿Sabes que eres irónicamente imperfecta verdad?...Maldita Sadie- Al decir esto golpeó con un puño cerrado el suelo. Me empecé a asustar un poco.

John había cambiado su tono de voz a uno enojado. - ¿y sabes lo peor de todo Sadie?- el hombre comenzó a acercarse a mí peligrosamente, su mirada penetrante y sus cejas fruncidas eran extrañamente atractivas, de aspecto duro, sus delgados y armoniosos labios fueron mordidos fuertemente por sus dientes, mientras que su afilada nariz se acercaba mas a la mía - Que eres malditamente sexy, y no se cuanto tiempo más aguantaré sin que seas mía...-

Agilmente rodeó su brazo al rededor de mi cintura, acercándome bruscamente hacia él sin dejar centímetro alguno entre nuestros cuerpos. Su respiración agitada hacía eco sobre mi débil cuello, el cual era besado con incesante pasión por el. Sentí que besaba y al mismo tiempo suavemente mordía mi piel, inevitablemente haciendo que soltara un leve gemido. Nuestros cuerpos empezaban a necesitar un poco más del otro, arqueé mi cuello incandescente para hacerle un poco mas fácil el trabajo. Mi respiración agitada arqueaba mi pecho también, presionándolo contra su cuerpo, parecía gustarle bastante.

-¿John, alice, donde están?- la voz de George resonó en la habitación afuera del baño. Me alejé inmediatamente de él. Nos levantamos del piso rápidamente y me apoyé en el lavabo, fingiendo indigestión inteligentemente.-¿Alice, estás bien, que ocurre?-

-Nada George, no te preocupes, tenía un poco de indigestión eso es todo, ¿verdad John?- Respondí sonriendo al chico, entendió el mensaje indirecto y sonrió con sus malditos ojos seductores de vuelta.

-Claro Sadie... Ahora salgamos de aquí, antes que me sofoque- Dijo suspirando fuertemente y palpando sus rojas mejillas- uff, esta mujer es buenísima- bromeó sonriendo a su amigo. Golpeé su hombro fuertemente. George solo rió a lo que ocurría.



Hoy día se trabajaba. Empezaría mi debut laboral y yo haciendo estupideces desde el primer día. Debíamos ir a un estudio de fotografía en el majestuoso París. Amelie me ayudaría en todo lo que no sabia -no sabia nada- para que yo estuviese tranquila. Beaumont haría entrevistas personales de cada uno para conocer mejor a sus clientes, suponiendo que no tenía cercanía alguna con Georgie. 

Esperaba pacientemente, con unas carpetas en la mano... Supuesto material, para lucir más profesional. Mientras que la banda era peinada y maquillada. Sus peinados debían ser retocados. A pesar de que los chicos habían decidido dejar crecer su cabello unos centímetros.

-Amelie Beaumont, ¡bonjour mon chèri!- La francesa con su cabello rubio bien puesto sobre su cabeza, sonrió ante mi saludo. Mi intento de francés era fatal.

-Alice, ¿como estás, por qué demoraron tanto? Todos estaban histéricos aquí. Los franceses somos muy puntuales, pero pensé que los ingleses no eran la exepción-

-Lo siento, he aquí una chica de Nueva York. Siempre corremos a todas partes-

-Bueno, como sea, empecemos- Amelie  me pasó material para que comenzáramos. 

Tomamos algunas fotografías primero. Diferentes ángulos de los chicos tocando.
En particular había una de Paul en la que estaba centrado en su trabajo. Lucía adorable realmente con sus lindos ojos avellana. El beso de McCartney seguía dando vueltas en mi cabeza, incesante.

Me senté un segundo mientras Amelie preparaba su entrevista. En eso se acercan los cuatro chicos a nosotras.

-Señorita Beaumont, ya puede empezar- indicó Brian. La chica asintió y observó un momento a los chicos, uno por uno.

-Muy bien, empezaremos con Ringo Starr, por favor acompáñeme...- Dijo la joven amablemente y Ringo la siguió. Entonces George vuelve a las guitarras y Paul se acerca a mí inmediatamente. John mira de reojo, con un dejo molesto.

-Te ves bellísima hoy- Besó mi mejilla- ¿Cómo estás?- 

-Bien Paul, aunque debo admitir que un poco asustada con todo esto-

-Paul, volveré con George, pienso que deberías hacerlo también- John expresó con voz autoritaria. Paul cambio su expresión coqueta por una seria.

-Ya, tienes razón... Nos vemos después- Me guiño su ojo avellana y comenzó a caminar. Entonces John quien lo seguía por atrás pasa por mi lado y susurra en mi oído.

-Aun tenemos una conversación pendiente Sadie, no te escaparas tan fácil- Su voz grave tan cerca de mi piel era peligrosa. Estúpido Lennon.


-0-


Me acomodé en el asiento en frente del escritorio. Amelie Beaumont ordenaba unos cuantos papeles hasta que empezó a hablar. Tenía una grabadora al lado de mis manos, para facilitar la entrevista supuse. La grabadora comenzó su trabajo.

-Bien, Buenos días Paul, soy Amelie Beaumont de Le Monde, gracias por venir sr. McCartney-

-Buenos días srta. Beaumont, gracias a ustedes por elegirnos-

-Bueno, comenzaremos con preguntas básicas-

Amelie comenzó a hacer su trabajo. Su expresión era bastante seria y profesional. Su cabello rubio lucía muy real, un peinado casi perfecto. Yo respondía todas sus preguntas lo mejor que podía, me agradaba esta chica, algo armonioso en su mirada.

-Bien, estamos terminando Paul- Dio un respiro profundo y susurró algo que no alcancé a escuchar- Paul, ¿Las canciones del próximo álbum serán...?- La chica dejo de hablar por un momento, cerró sus ojos y respiró profundo reiteradamente.

-Amelie, ¿estás bien?- pregunté a la joven.

-Sí... Si no te preocupes, necesito un momento eso es todo- Puso la grabadora en pausa y puso sus pies en alto sobre una silla.

-¿Qué ocurre Amelie?- Su piel estaba pálida, comencé a asustarme.

-Luego te explico Paul, por favor ve por mi bolso, allí hay unos medicamentos, también un recipiente con sal...- Al terminar de decir esto, se desvaneció en su asiento, cayendo por suerte hacia el escritorio.

¡Amelie se había desmayado! Empecé a desesperarme, ¿que debía hacer?, me paré de mi asiento y empecé a aventarle aire con mis manos, mientras sujetaba su cabeza.

-¡Ayuda! Por favor, ¡que alguien venga!-

-¿Qué ocurre Paul?- llegaron unas personas de producción junto a Alice y los chicos.

-¡Levanten sus piernas, y póngale un poco de sal en los labios!- al parecer alguien sabia del asunto, mientras yo me sentía un completo inútil, viendo a la chica desmayada.

-Paul, ¿qué rayos hiciste?- preguntó Ringo con los otros dos pares de ojos sobre mí.

-Nada, enserio... Estábamos hablando y se empezó a sentir mal y...-

-Estúpido McCartney, parece que llevas la mala suerte a las personas- Dijo Lennon divertido, mientras las personas corrían de un lado a otro.

-John, no es tiempo de mofarse, el incidente es responsabilidad nuestra, pase lo que pase...- George lucía muy preocupado, es más, lucía asustado. Intentó acercarse pero le fue imposible.

Amelie abrió los ojos lentamente, luciendo desorbitados aún. Me acerqué junto a George inmediatamente, arrodillándome en frente.

-Amelie, ¿me escuchas?- La joven sonrió dificultosa, pero sonrió en fin. Nos miramos por un segundo y luego me percaté de que había más personas al rededor, y una sensación extraña me invadió. George lucía serio. Dios... No quería que pensara que intentaba algo con su chica, después de todo parecían agradarse mutuamente y bastante. 

Beaumont sufría de una enfermedad cardíaca, más bien una condición de vida, como ella lo llamaba. Su corazón no bombeaba la suficiente sangre, por lo tanto al bajar la presión de esta, la circulación se iba hacia las piernas, causando desmayos.

George la sostuvo mientras estaba convaleciente. Sostenía su cabeza sutilmente, con un cuidado tal como el de un ladrón a su botín. Fijaba sus ojos en ella de una forma tranquilizadora que hasta a mí me contagiaba.

-Tranquila, está todo bien…- Acariciaba su cabello, mientras ella yacía en unas sillas acomodadas del estudio. Se había puesto protector hacía la pequeña francesa. La joven le devolvió la mirada, con los pies un poco más sobre la tierra, una sonrisa bellísima.

-Gracias George, creo que debemos seguir…- La interrumpí mientras intentaba sentarse.

-No, no tranquila. Luego seguiremos, creo que lo mejor es que descanses-

-Yo también pienso lo mismo… Alice debería seguir con su tarea ¿no?, podrías entrevistar a Paul, Sadie, ¿te gustaría?- Saltó el mismísimo de repente pasando un brazo por los hombros de la chica, con su típica mirada burlona hacia mí.

-Alice también descansará, John. Ahora vamos, necesitamos seguir ensayando, a este paso nos tiraran fruta podrida- Los demás hicieron caso a mi declaración y volvimos al trabajo.



-0-


-¿hola, puedo pasar?- Paul se encontraba en el marco de mi puerta, tan galán como siempre. Un exquisito aroma inundó mis sentidos cuando se acercó a mí.

-Adelante- Terminé de peinar mi cabello y me levanté de mi cómodo asiento.

-¿Cómo estás Alice, te estás divirtiendo, o ya quieres huir a Nueva York?- preguntó sonriente.

-Estoy excelente, creo que me explotan un poco en el trabajo, pero el resto es maravilloso. Nada que un buen cigarrillo no pueda aliviar- Sonreí de vuelta y prendí un largo cigarrillo elegante, el cual era digno de los años cuarenta en esta bella ciudad, recurrido por las damas de renombre, y porque no decirlo, las que llevaban una vida fácil y nocturna. ¿No sé si me explico?

-Estupendo entonces... ¿Te gustaría salir conmigo esta noche?- Que bellas habían sonado esas palabras. No me preocupé por que pensaría por mí reacción, simplemente acepté sin decir más.

Bajamos juntos el ascensor y llegamos al piso uno. Salimos del hotel por la puerta trasera por supuesto. Estaba helando en París, mi abrigo rojo cubría mi cuerpo dejándolo cálido, exceptuando mis manos, estas eran frías. Paul llevaba un largo abrigo negro, y una bufanda encantadora de color rojo, hacía juego con mi atuendo.

Si las noches en París fuesen así siempre, juro que podría quedarme aquí una vida entera, más si la compañía es grata. Cuando estábamos juntos no era necesario decir mucho, todo era justo y necesario con nuestra mirada. Su nariz pequeña estaba ruborizada por la fría noche que caía sobre nuestras cabezas.
Y en un acto instintivo, como siempre, Paul toma mi mano dulcemente.

-Alice… te quiero- Dijo en un susurro, el cual sonó tan bajo que fácilmente se perdió en la oscura noche, pero dentro de mi pecho retumbó tan fuerte que la sangre fluyó hacia mis mejillas rápidamente. Me detuve en seco, y tomé sus mejillas, redondeandolas con las yemas de mis dedos. El joven romántico sube una de sus manos hacia mis labios, los acaricia suavemente con la punta de aquellos, formando una sonrisa en mí.

Paul me hacía feliz... muy feliz, y era justo lo que necesitaba para dormir tranquila esta noche.




Y eso es todo por hoy. Alice como siempre, dejándose querer(? ... la verdad yo tampoco sé que haría en esa posición, tan cerquita de este guapo de aquí arriba ^ es para pensarlo un poco. Y con John... ay dios mio. jajajjajaja

UN ABRAZO Y MUCHOS CARIÑOS PARA TODAS <3 me gustaría saber de donde son, su beatle favorito... aunque por los comentarios ya me pude dar cuenta jiji y por sus apellidos respectivos xd no se para conocerlas mejor :3 cualquier cosa que quieran decir. jijij

Un beso y hasta prontito! yo creo que apenas termine de escribir el nueve subo xd así como voy. <3

PD: Amelie Mella, salí yo :3 te extrañareeeee :c vuelve por los conces. 




jueves, 20 de febrero de 2014

Capitulo 7 - *First Kiss & Amelie Beaumont*

Hola lindas! ojala que estén exelente todas y tengan un hermoso dia! :) les traigo un cap nuevo. Espero que mueran de ternura con Paul este dia jajaja <3 sí, se viene un cambio bastante extraño. Esa Sadie es una indecisa 77 jajajaj UN BESO GIGANTE Y SON LAS MEJORES POR LEER MI COSA INTENTO DE NOVELA! <3 

7


Eran alrededor de las nueve de la noche, el sol caía sutilmente en el horizonte, y las luces de la cuna económica de Europa destellaban en el paisaje de mi “humilde morada”. París lucía bellísimo desde mi ventana. Soy una chica poco materialista, los lujos nunca han sido un anhelo para mí y menos una necesidad, sin embargo, fue inevitable darme un “pequeño gusto”.

Me sumergí en un baño de especias y sales minerales, mientras velas aromáticas adornaban y romantizaban la escena. Mi piel en contacto con el agua caliente era completamente relajante. Debo aceptar que solo estuve unos minutos, luego decidí salir de allí, definitivamente esa parafernalia innecesaria no iba conmigo.

Paul estaría ocupadísimo durante el día, por ende Lennon también, aunque dudé que estuviese interesado en pasar tiempo conmigo. Los chicos dejaron todos los servicios en mis manos, podía usar el auto privado el cual era conducido por el caballeroso chófer Mark, los lujos del hotel, las reservas a lugares exclusivos, todo correría por cuenta de ellos.
Era abrumadora la amabilidad y cortesía. Debo decir que por más famosa y rica que fuese no invitaría a una mujer que acabo de conocer con tanto condecoro. En ese momento me pregunté si es que yo era la primera a quién invitaban a “pasear” de esta forma. Por supuesto concluí que no era la primera, y tampoco la última.

Los lujos y diamantes por supuesto no eran vistos como una simple y amable invitación para las demás personas del circulo Beatle.
Alice Murray era una pequeña Americana, la cual trabajaba con ellos en el proceso de inspiración y creación de nuevo material visual. Esta dulce chica trabajaría en la creación de la imagen principal de los álbumes futuros, además tomaría fotografías de ellos durante la gira dentro o fuera del escenario, por lo tanto debería estar cerca de ellos en todo momento.
Todo el material artístico y visual oficial que sería promovido por la empresa Beatle, sería el que esta chica produciría y por supuesto analizado, estudiado y aprobado por los miembros de la banda.
En fin, ese fue el trato al que accedí con Brian Epstein. ¿Cómo rayos pensaron que yo podría lograr hacer todas esas cosas?, me explico.
En la de escuela de artes perdí el tiempo conociendo gente idiota y consumiendo drogas ilícitas. Escapé de los suburbios en donde vivía a los dieciocho años junto a mis mejores amigos en la maldita vida. En la secundaría siempre fui un bicho raro -con amigos raros- en donde mis calificaciones jamás fueron las estimadas, ¿¡y ahora esperaban que trabajara en la imagen de la banda más exitosa de la historia hasta la fecha!? Cuando ni siquiera podía llevar bien mis propios asuntos… tenía un problema, y uno muy grande, y a mis tempranos veinte años no sabía qué hacer.
Por supuesto Paul como siempre insistió en que yo no tendría que hacer nada, que de esos asuntos siempre se encargaba junto con George, y que yo solo tendría que aportar alguna idea, o es más, si gustaba simplemente podría mirar y asentir en silencio. 




Luego de secar mi cabello del aromatizante baño que accedí, me vestí y comencé a leer como siempre. En mis manos poseía veinte poemas y una canción desesperada, poesía romántica directa a la vena a manos de mi Poetizo predilecto Pablo Neruda, un héroe literario chileno recordado por todos los tiempos.
Publicó el libro a sus tempranos diecinueve años, ¿irónico no?, algunos rockeaban en el escenario, otros hacían poesía, y otros vagaban en bares neoyorquinos, estupendo.

En ese momento suena el timbre de mi habitación. Me estremecí un poco, los chicos no se encontraban en el hotel así que era imposible que fuese alguno de ellos. ¡Oh claro!, ahora trabajo para ellos, como no se me ocurrió.

-Señorita Murray, soy el señor Epstein, tengo un comunicado- Habían dos personas paradas afuera de mi habitación. El señor Epstein -quien ahora era mi jefe- y una joven delgada, no de mucha estatura con un peinado inspirado en la bellísima Marilyn Monroe. Una melena rubia ondulada con aire francés. Saludé a ambos con una sonrisa.

-Claro, adelante- Di un mirada rápida a mi habitación la cual era un desastre, el orden no era una virtud mía- Perdón por el desorden, acabo de tomar un baño y…-

-No se preocupe señorita Murray-

-¡Oh!, simplemente Alice, por favor-



-De acuerdo, señorita Murray- Sonreí despectiva. Que hombre tan parco.

-Está bien, ¿a qué se debe la visita?- Dije soltando mi cabello de la toalla húmeda que este era sujetado, salpicaron unas cuantas gotas al suelo y a la chaqueta de la muchacha. Sí, tampoco era muy “lady”, no era mí virtud.

-Bueno, le presento a Amelie Beaumont. Ella es una prestigiosa periodista, la cual trabaja para Le Monde, una corporación francesa, son la imprenta más famosa de aquí. La señorita Beaumont fue contratada para hacer un artículo sobre The Beatles en el país, así que deberán trabajar juntas. Usted le aportará todo el material visual que obtenga de la estadía aquí, ¿qué le parece?-Dios, no podía decir que mal, me enviarían directo a Nueva York.

-Por supuesto, un gusto Amelie- La chica me miró sonriente, un poco confundida, supuse que no había entendido- ¡Bonjour! –Dije aún más sonriente, con mi pésimo acento francés, supongo que ese fue el motivo de su risa.

-Hola, el gusto es mío Señorita Murray- Respondió amablemente.

-Bien, supongo que es todo por ahora, las dejaré para que se conozcan. Cualquier asunto se dirigen a mí señoritas- Epstein salió de la habitación dejando todo en silencio.

-Señorita Murray, que bella vista tiene- Dijo con un lindo acento francés, acercándose sutilmente al majestuoso ventanal.

-Oh no por favor, nada de formalidades, mi nombre es Alice-

-Alice, me parece. Entonces llámame Amelie simplemente- Respondió sonriente.

-¿Ya conoces a los chicos? Debo aceptar que son aún más guapos en persona-
-No, la verdad es que no. Pero tuve una instancia con Paul, es el chico más desagradable del universo. Estaba trabajando en América y volteó mi bebida en mi blusa, después se desentendió, es un mal educado-

-¿Paul McCartney?, debes conocerlo, es exageradamente amable... y guapo. De hecho estoy aquí por él, nos hicimos amigos hace unas semanas- Asintió sonriente, luego agregué- ¿Estuviste en América, en qué parte?

-Estuve en Nueva York un par de días. Y una noche salí a un club cercano con unos colegas, nada especial. Y The Beatles eran el número de la noche al parecer-

-¿De verdad? – Repetí, era un poco increíble saber que habíamos estado juntas en el mismo local y ni siquiera nos habíamos topado o algo. Ella asintió mientras sonreía suavemente, creo que se dio cuenta también.

-No. – Ok, eso me había avergonzado. Amelie empezó a reír, mientras yo intentaba asimilar. – Bromeo, si estuve ahí, y por lo que veo tú también. –

-Sí. – Reí también, eso había servido para que entráramos en confianza rápidamente. Ella no lucía como el típico estereotipo de presentadora empaquetada y cuadrada. Era muy joven, quizás un par de años más arriba que yo, seguramente todo esto no lo quitaba el profesionalismo, el jefe mencionó que era muy prestigiosa. 

-Bueno compañera, ¿qué hacemos ahora, o debes esperar a alguien?-

-No, la verdad no. Paul está trabajando así que estoy libre. ¿Aquí no salen de noche, no conoces ningún sitio?- La verdadera Alice salía a flote.

-¡No faltaba más!, nos entenderemos bien al parecer- Dijo divertida -¿Conoces el lado bohemio de París?-

-Para nada, llegué ayer en la noche-

-Entonces yo te guiaré-. Dicho esto, me dirigí a mi armario. Demás está decir que era gigante, de color crema con toques rosa, demasiado femenino para mí y mis retorcidos gustos. Escogí un vestido brillante, de color azul rey ajustado a la cintura con linda caída, unos tacones dignos de admiración, no muchas se atrevían a caminar en zancos. En eso la pequeña francesa interrumpe el silencio. -¿Sabes?, tengo un solo problema… no puedo ir vestida así, ¿no tienes nada que me prestes?- Revisé su atuendo rápidamente. Vestía con un saco no muy femenino, de color beige, acompañado de una falda bastante formal.

-¡Claro!, toma lo que quieras-. La joven hurgueteó en mi armario, escogiendo unos pantalones de color negro con una blusa blanca de tela transparente. En eso algo bastante extraño ocurrió, cuando volteé la chica francesa ya no llevaba el cabello rubio y corto, en su lugar llevaba el cabello largo de un color castaño, y un detalle impresionante, el lado derecho de su cabeza estaba completamente rapado.

-Lo siento, en esta industria con el tiempo entiendes que si quieres triunfar, necesitas ciertos parámetros. Y para llegar a la cima muchas veces tienes que ocultar tu verdadera apariencia, así son los negocios chica- Dijo acomodando su cabello y desordenándolo un poco.

-Increíble- Respondí aun un poco extrañada. 

Llamé para reservar un lugar en un club cerca de La Rue Lappe, una exclusividad, auspiciada por Paul esta noche –como quería a ese chico-. Mark nos recogió y nos llevó hasta el lugar del antro. Lucía bastante elegante desde afuera.
Cuando entramos había una mujer en el escenario cantando en francés, una música bastante amena para el lugar. La gente bailaba calmadamente al compás, todas las mujeres del lugar parecían haber estado un buen tiempo dedicándole a su apariencia, pues todas lucían perfectamente arregladas. Los hombres del lugar vestían muy bien también, algunos muy guapos por lo que alcancé a ver a primera vista.

-Es un poco… demasiado tranquilo para mí- Dije acercándome a una especie de bar.
-Si quieres podemos cambiar de lugar luego- Respondió la joven –La noche aún es muy joven en Paris-. Pedimos unos tragos de vodka, bastante finos, por alguna extraña razón todo lucía así en ese lugar.

-Wow, ¿ese no es tu jefe?- Amelie me indicó una mesa que se encontraba en el sector vip del lugar asumí. Empecé a buscar entre la gente, y me encontré con un Lennon bastante ebrio. Besaba a una chica rubia bastante guapa, se veía contentísimo en su propio habitad. La mujer llevaba una apariencia completamente idéntica-pero barata y del mal gusto- a la modelo y actriz Brigitte Bardot. Era realmente lamentable, ¿Acaso no podía tener su propia identidad?
De todas formas, era el tipo de mujer que llamaba la atención y las hormonas de John.

-John Lennon es un imbécil, ya es segunda vez que lo veo jugar con una chica de esa forma…- Dije recordando la escena con Rachel.

-Bueno, es John Lennon, no creo que muchas chicas se le resistan-

-Sí, bueno… sí.- La escena en mi departamento vino a mí como un relámpago. Me dio una sensación de repulsión.

En ese momento traté de apartar la vista lo más que pude, no quería toparme de nuevo con esa escena tan desagradable. ¿Estarían los demás allí?
Y justo cuando dejé de esconderme alguien golpea mi hombro sutilmente. “por favor no… que no sean ellos”.

-¡Sadie!, con que escondiéndose de tu jefe favorito, ¿no es así?- Dijo John de la mano de esa chica de autoestima preocupante. Claro que digamos que no soy nadie para hablar de autoestima.

-Hola Lennon- Respondí cortante. Mi amiga francesa se mostraba notablemente emocionada.

-¿Y a tu amiga no la presentas?- Dirigió su penetrante mirada a Amelie.

-Lennon, esta es Amelie. Trabajaremos juntas en un reportaje que harán sobre ustedes en París-

-Ah sí, ya había escuchado de una mierda así. Como sea, si te interesa, Paul está allí con los demás ineptos. Diles que no llegaré esta noche.- Dijo con expresión seria. Este hombre lograba poner mis pelos de punta, me hacía enojar de una manera impresionante. Amelie le lanzó una mirada indefinible, pero lucía molesta, muy molesta.

-Como sea entonces, que tengas una excelente noche- Respondí con una sonrisa sarcástica. Lennon se limitó a guiñarme un ojo y salir de la escena. “Imbécil, imbécil, imbécil.”

-Que chico más agradable, al parecer todos los Beatles son iguales, ¿no?- Dijo la joven divertida una vez que el monstruo se retiró.

-¿Quiénes son iguales?- Levanté la vista hacia atrás, y tal como lo imaginé, ya nos habían visto. George Harrison y Paul McCartney llegaron a hacernos compañía. La cara de Amelie creo que se deformó en ese mismo momento, ¡y bueno no la culpo en absoluto! Sus mejillas se tornaron rojas, y sus ojos se abrieron como platos.

-¿Cómo están?- Me levanté de mi asiento y los salude a ambos.-Esta es Amelie, trabajará conmigo, tenemos que hacer un reportaje de The Beatles y su estadía en Francia…-

-0-

-Señorita Beaumont, ¿verdad?- Respondí extendiendo mi mano. Esta chica, su cabello peculiar… algo parecía muy familiar en ella. ¡Nueva York, claro!
La joven asintió con la cabeza con una expresión seria. Atendiendo a mí saludo unos segundos más tarde. 
 
-Señorita Beaumont- George hizo un bufido- Paul no estás trabajando ahora, puedo llamarla Amelie, ¿verdad?-

-bien sûr Monsieur- Harrison le dirigió una mirada indescriptible. No es que fuese bastante obvio, pero yo conozco a mi mejor amigo. Al chico le interesó la joven.

-Merci, enchantée- Vi como la mirada de la chica cambiaba de un poco tímida, a una totalmente encantada ante las palabras de George. Nunca en la vida escuché hablar a Harrison en francés, pero algo hizo extremadamente encantador para que la joven lo mirara de esa manera.

-¡Muy bien!- exclamó Alice sonriente, me dirigió una mirada cómplice.-Paul… me acompañas afuera un segundo, necesito… un poco de aire- Guiñó su ojo indicándome que saliéramos de allí.

-¿Qué ocurre?- Pregunté extrañado

-McCartney, me extraña tu inocencia algunas veces. Deja que George conozca a Amelie tranquilo hombre- Sonreí y asentí. Caminamos por el club hacia algún lugar más aireado. Un pasillo largo y oscuro se nos cruzó por enfrente. Me detuve un momento a observar lo que había, solamente por inocente curiosidad.

-¿Quieres entrar ahí Paulie, que pretendes de mí?- La joven me miró divertida.
-Nada, solo observaba… me causa cierta curiosidad que hay al final-
-No lo sé, pero supongo que eres tan miedoso como una pequeña, que no te da el valor de entrar allí ¿verdad?- Me miró con cierto desafío.
-Alice pequeña, yo no temo a absolutamente nada, es más, si quieres puedo entrar ahora mismo a ese lugar…- Seguí un poco su juego.
-¿Ah sí?, te digo la verdad Paul… no te creo capaz, tu cara de bebe me dice absolutamente todo lo contrario- Esta chica me estaba desafiando ¿no?
-Claro que entraré, pero con una condición, tú también debes hacer algo por mí-
-Querido, Alice Murray no tiene tabúes ni miedos a nada ni nadie- Levantó una ceja en forma desafiante.
-Bueno…-Pensé y analicé la situación por un segundo- Si yo entro a ese lugar, y llego hasta al final, tu deberás besarme, si yo no llego hasta el final, quedarás libre de pecado…- La muchacha se sorprendió un poco, miró hacia el suelo con una expresión burlona y concluyó.
-Ay Paulie, Paulie… está bien, si tu llegas al final, vuelves, y si no hay peligro me llevas allí, yo te besaré… si no llegas al final, y algo te ocurre, entonces nada pasará-

Me sorprendió un poco, era mi propio juego y accedió a jugar. Me estremecí por un momento, Alice era una chica muy guapa, y besarla es algo que siempre había imaginado desde que la conocí, sin embargo algo en ella me hacía no querer desperdiciarla y besarla así sin más, ella tenía significado.
Puse mi mejor cara, levanté bien mis hombros, eché una mirada divertida hacia atrás en donde me esperaba la chica, y comencé a caminar. Olía bastante mal en ese lugar, y no podía ver absolutamente nada. “Eres el idiota más grande del mundo, ¿por qué no solo besarla y ya?”
Mis pies chocaron con algo consistente, no pude evitar pegar un salto. Me agaché un poco para ver de qué se trataba. Mis manos tocaron el piso y me percaté de que esta era una escalera. “estupendo”, subí con dificultad las escaleras, y al final de estas había un portón que daba afuera. Intenté abrirlo,  y para mi buena suerte si era posible. Bajé nuevamente y llegué a donde me esperaba la joven.

-¿y qué tal, que hay al final? No me digas que perdí Paul…-
-Eso parece- Dije sonriente, con aire triunfante. Tomé de su mano y empezamos a caminar por el oscuro pasadizo. En uno de los escalones Alice se torció un pie gracias a sus inmensos tacones, todas formas lucía atractiva en ellos.
-Espera, me duele mucho…- Dijo la chica quejándose. Entonces en un acto ágil la tomé entre mis brazos, a lo cual ella trató de defenderse sin lograrlo, solamente siguió mi juego entre risotadas y gritos. Cualquiera que escuchase desde lejos pensaría otra cosa.

-Ya llegamos- La baje suavemente, y abrí el portón. Un lindo balcón en medio de la ciudad del amor.

Cuando llegamos al lugar, quedamos prácticamente sin habla. La vista panorámica de Paris era pontificia desde ese lugar, el cielo guardaba tantas cosas en ese momento. Las pocas estrellas divisibles constelaban y hacían una atmósfera profunda, embellecían en todo sentido mi mirar y el de ella.  

No era necesario decir nada en ese momento. Su suave mano encontrada con la mía, en una función bastante instintiva, expresaba más que cualquier poesía o cantico barato que pudiese dedicarle en esa escena. Los matices que transmitía mi mirada eran bastante profundos, iban mucho más allá de lo ordinario, de lo banal. Sostuve su mano el tiempo suficiente para que ella se diera cuenta de que lo que ocurriría en un futuro instante, no era un simple juego…entonces, cuando entendí que fue suficiente, me volví hacia ella.

Su pupila destello sutilmente al momento que la observé. Cada detalle en su bella, pero peligrosa expresión me gustaba. Sus labios dibujando una sonrisa no formada, expresada únicamente por su mirada hiso que me estremeciera. En esa misma posición acerqué mí frente a la suya, para poder verla más de cerca, y poder recordar el momento ilógico pero fascinante que se lograba concretar, de una forma más duradera. Junté mis labios con los de ella delicadamente, pero a la vez rígida. Quería sentir cada fragmento de sus labios. Sus frágiles brazos se enredaron en mi cuello armoniosamente, sin dejar de responder a mi acto. Entonces enrede mis brazos en su cintura acercándola unos milímetros más hacia mí. Sus pies en punta se sentían tan dulces, tan inocentes… Su respiración aumentaba al ritmo de lo que provocaban mis labios, y entonces lo comparé con las caricias que hacía al entrelazar sus finos dedos en mi cabello. Mi respiración agitada hacía armonía con la de ella, podía sentir el tibio sabor de sus labios.

Desperté de esa especie de “trance”, me encontré con Alice aún entre mis brazos. Sonreí expresando todo en mi mirada, concentrada completamente en ella. Era fascinante mente hermosa.  Me inundo una especie de pudor, desgraciadamente, y me limité a volver a su mano simplemente.



Nos miramos por unos segundos, quizás minutos. La joven sonrió y besó mi mejilla, luego caminó un par de pasos y entendí que era tiempo de salir de allí. Estiró su mano hacia la mía y nos encontramos. Volvimos al mundo real. 




Eso es todo por hoy pequeñas! besos y abrazos para todas :3 Les prometo un John bastante más sarcastico y oscuro!, se vienen hartas cosas aún así que no dejen de leer :3 Sadie sufrirá mucho chicas :c jajaja yaya me callo.

Y también les prometo el Paul McCartney más enamoradizo que hayan leído.

Daniela Amelie Beaumont Mella Alvarado he aquí tu triunfante entrada <3 salí yo? :3 jajajjja ridicula te adoro <3

Salma Belle! querida gracias por leer y comentar como siempre :3 sí, de echo yo también prefiero a ese John más rudito, es mas sexy(? , por eso mismo se vienen hartas cosas de ese rebelde hermoso. Y Paulie seguirá tan bello como es, naturalmente. Un Beso también para tí!

Liz Lennon! gracias por leer querida! :3 que bueno que te haya gustado el cap anterior. Me reí mucho con tu comentario :') jajajaj Alice calienta la sopa y luego no se la come, ok eso fue mas vulgar xd un beso! :3 y ojala te haya gustado el cap también.

Lucy Lennon! gracias por tus lindos comentarios querida! :3 espero que te haya gustado el capitulo, igual que a Salmabelle le prometí un John así, te lo prometo a ti <3 jajaja un beso y saluditos!:3 y gracias por decir que escribo genial woooow! 

Espero subir pronto, ahora tengo un celu bonito y puedo escribir en donde me venga la inspiración! así que soy muy muy feliz :$ jajajaj en fin, me emociono con las postdatas. 

GRACIAS A TODAS <3